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lunes, 16 de mayo de 2011

Juanfrancisco Pérez

Solo pude mirar hacia atrás y ya lo tenía encima, notaba su aliento y me asombraba su velocidad. Tanto tiempo preparándome para este momento, tantas horas de sacrificio y todo parecía en vano. Yo sólo suplicaba un poco más de tiempo, unos minutos, pero era inútil. Todos estábamos igual, todos pedíamos lo mismo, pero esas personas eran despiadadas, su semblante no cambiaba, su lealtad era impresionante y su insensibilidad, brutal. A mi alrededor no se oían más que gritos, súplicas y lamentos, pero esas cuatro personas no se inmutaban. Y aún así, había gente a las que no les importaba nada, gente que parecía adormilada, cansada, con otras preocupaciones y no tenían problema en ceder.

Pero al final, por muchas súplicas, los cuatro de atrás terminaron por recoger los exámenes.

Javier Belmar

Solo pude mirar atrás, y a pesar de la densa niebla pude ver algo…

Aquél día, por la mañana, era un día de esplendor, el sol brillaba bajo un cielo azul y los

pájaros revoloteaban de aquí para allá, el bosque por donde yo caminaba no era muy espeso que digamos, aunque tenía bastantes pinos, diferentes variedades de árboles y arbustos que a duras penas superaban los cinco metros y medio de altura, el suelo de alrededor de

los pinos estaba más o menos repleto de piñas. Seguía andando con paso ligero, mi motivo era recoger leña para calentarnos frente a la chimenea, conforme iba avanzando, detrás de unos arbustos había un gran pino seco y tumbado, de unos cinco metros de altura, esta era mi oportunidad de coger todas las ramas que pudiese, me asaltó una única duda, enseguida quise saber el motivo de su caída, entonces me fijé en una cosa, una cosa un tanto curiosa, el motivo de su caída era un corte, justo en la mitad, pero no un corte limpio cualquiera sino que era un corte en el que la zona de alrededor estaba chamuscada, no le hice mucho caso, recogí toda la leña que pude, me dí la vuelta y emprendí mi camino de vuelta a casa, al rato se empezó a llenar todo de niebla, no podía ver nada entorno a mí, a más de unos diez metros de distancia oí unos arbustos moverse eché a correr , solo pude mirar atrás, noté algo moverse a una gran velocidad hacia mi, tiré todos los palos y ramas y corrí todo lo que pude, las fuerzas me flaquearon bajé un poco la velocidad involuntariamente por el cansancio, y algo se abalanzó sobre mi espalda , me caí al suelo con toda la cara, cuándo desperté estaba ya anocheciendo, me levanté rápidamente, y a mi lado había una figura blanca y lanosa , me dijo que si podía quedarse conmigo, le dije que si. La niebla despareció y el perro con ella. Seguí mi camino a casa pues ya sabía donde me encontraba. Conseguí salir del bosque y a tan solo unos cuatrocientos metros de distancia ví mi casa, fui corriendo para contárselo a mi familia, llegué y lo primero que hicieron fue preguntarme : ¿Cómo lo llamaremos? ( y en ese momento di media vuelta, miré hacia abajo y … El perro estaba junto a mí, en ningún momento me había dejado desde el bosque hasta mi casa) y les contesté: yoda, lo llamaremos yoda.

domingo, 15 de mayo de 2011

IGNACIO AZINOVIC

Solo puede mirar hacia atrás quien se arrepiente de sus decisiones correctas. Fue un sábado normal Juan estaba en casa esperando la hora de ir con sus amigos en la parada del TRAM para ir a la playa y a casa de unos amigos que veraneaba en la playa. Al llegar a casa de uno de sus amigos llego una amiga, que se llamaba Sofía , a quien veía por primera vez, despues de pasar un rato en casa de uno de los amigos se fueron a la playa donde se bañaron, jugaron al futbol etc.… al llegar la noche los chico volvieron a sus casa y Juan empezó a hablar con Sofía mucho se contaban todo asta que llego el punto de que se gustaban pero nunca llego a haber algo k mas que amistad ya que Sofía no cumplía promesas y mentía cosa que a Juan no le gustaba mucho pero Juan era demasiado bueno y le daba muchas oportunidades pero llego un punto en el que Juan no quiso saber mas de Sofía y se enfado aunque siguieron hablando.

Pasaron unos meses cuando Juan fue a una fiesta y conoció a Eva una de las mejores amigas de Sofía y llegaron a salir una semana pero la cosa no funciono, a todo esto Sofía se puso celosa pero no consiguió nada.

Cuando uno toma un decisión correcta como la de Juan solo puede mirar hacia atrás quien esta arrepentido sabiendo que si mira hacia atrás se equivocara.

Pablo Díaz


Solo pude mirar hacia atrás, pero ya era demasiado tarde. La cara horrrorizada del conductor de aquel envejecido tren me hizo comprender lo que estaba a punto de ocurrir, la gran mole metálica me golpeó con fuerza y el andén se desvaneció.
Abrí los ojos y una exageradamente blanca habitación me rodeaba. Me dolía todo, y la fuerte luz que entraba por la ventana dañabamis ojos. Comprendí que se trataba de una habitación de hospital. Acto seguido apareció de la nada una borrosa silueta que se iba acercando hacia mi. Era una enfermera, una mujer. La mujer de mi vida.

Pedro Delgado

Solo pude mirar hacia atrás, pues no podía volver sobre mis pasos, vi a mi hermano consumiéndose entre las llamas de aquel incendio producido en mi casa, provocado por un escape de gas y una explosión posteriormente.

Iñaki Almagro


Solo pude mirar hacia atras, y me caí hacia adelante,al levantarme, me pare un instante a pensar y me dije: voy a ir a mirindoal frente, pero vino un niño montado en bicicleta y me arrolló. Pensé, para que me voy a levantar si me va a pasar algo malo entonces, me fui a mi casa, me senté en el sofá, encendí la televisión, cojí un cuaderno, un boli y me puse a escribir un microrrelato no me acuerdo del nombre, quizá ni se lo puse, pero me acordé de que empezaba por¨:"solo pude mirar hacia atras ".

Jorge de la Macorra


Sólo pude mirar hacia atrás mientras recordaba aquellos tiempos no muy lejanos en los que nos considerábamos infelices e insatisfechos sin ni si quiera saber lo que venía a continuación, una época de desilusiones, depresiones, de tristeza y de amargura. Una época supuestamente pasajera, frecuente y remediable a los que algunos llaman crisis.
En mi caso se llama final, porque sólo pude mirar hacia atrás, debido a que era incapaz de mirar el suelo que iba a probar en unos segundos justo en la opuesta dirección.

Antonio Castell


Solo puede mirar hacia atrás cuando aquel Seat blanco derrapaba fuertemente a mi lado y golpeaba contra mi costado. Cuando pude darme cuenta de dónde estaba solo veía camillas,enfermeras, jeringuillas y mi cuerpo cubierto por un manto que no me dejaba ver,fue en ese instante cuando mi madre levantó las persianas y me dijo que ya estaba el desayuno. Yo,aliviado me levanté,fui a la ducha y me prepare para pasar un gran fin de semana en la playa de San Juan
.

Linke


Mi desaparición

Sólo pude mirar hacia atrás cuando en una rara situación estaba. Alguien me está cargando como un saco de patatas hacia algún lugar. Veo cómo mi casa a lo lejos, mis amigos y familiares… Todo se aleja, desapareciendo en una niebla negra.

Al fin puedo volver a visualizar algo, pero no mucho, porque parece que esta o estas personas en un lugar frío y oscuro me han dejado; como si quisiera que esperase sentado, tranquilo, pues tampoco me habían atado de pies a manos ni nada por el estilo…

De repente, oigo barullo acercarse al cuarto –a mi parecer eso era- en el que me encuentro. Sin saber qué hacer, me pongo muy nervioso: no veo nada a mi alrededor, por lo que no encuentro ningún sitio donde esconderme. Nervioso y asustado, veo como la puerta se abre y una luz cegadora entra a través de él. Ya aterrorizado por lo que puede pasar es cuando noto una mano sobre mi hombro procedente de alguien detrás de mí, y que me dice amistosamente: “Tranquilo, todo va ir bien”.

Juan Antonio Fernández


Sólo pude mirar hacia atrás para ver como las ver como las paredes del cuarto de al lado caían antes de desaparecer tras la puerta de emergencia. Todos corrían por las escaleras entre codazos y empujones para hacerse paso hasta la salida.

Jamás creí que me encontraría en una situación así, usando la puerta de emergencia para huir de un incendio que devoraba el rascacielos.

Cuando por fin alcancé la calle, me abalance sobre uno de los típicos taxis neoyorquinos para escapar de aquella zona ya que el edificio amenazaba con desplomarse.

No sabía que había ocasionado el incendio pero algo grave debía pasar puesto que rascacielos de al lado también estaba en llamas.

Cuando el taxista ya se dirigía al final de la calle, uno de los rascacielos cayó a tierra dejando bloqueada la calle. Aterrados salimos del taxi para refugiarnos cuando de pronto oí la voz de una mujer pidiendo ayuda, fui rápidamente a buscarla entre la humareda de los escombros y cuando di con ella vi como el otro rascacielos se desplomaba, llevándonos a ella y a mi con él.

Luis Moreno


Sólo pude mirar hacia atrás por el retrovisor, mientras pisaba el acelerador camino a la capital. Los terroristas llegaban a Vizaguina entre risas, signos de victoria y disparos al aire.
A las víctimas sólo nos quedaba la dignidad, el recuerdo y las lágrimas. Ellos, “los malos”, habían ganado. Tantos años de sufrimiento y resistencia se perderían en la memoria de un país cada vez más pobre en todo, y de unos ciudadanos cada vez más “pasotas”.
Miré al horizonte, respiré profundamente y decidí no darme por vencido, en la capital encontraría a gente que pensara como yo, y juntos empezaríamos una nueva resistencia.

Pablo Piñas


Solo pude mirar hacia atrás y contemplar como las luces de aquella linda ciudad iban desapareciendo tras las nubes blancas. Fue en ese momento del despegue del avión, que te quedas como aturdido, ese momento de pena porque ves cómo tu ciudad, que para ti era la mejor del mundo , se va alejando cada vez más y la vas perdiendo de vista. Con el ruido del avión, la luz del sol que me ciega y la gente asustada por los ruidos del despegue, yo en mi cabeza solo siento esa nostalgia por abandonar mi tierra; pero de repente, el avión se estabiliza, la gente se calma, el sol ya no me ciega y por mi ventana veo una capa interminable de nubes blancas y pasa por mi cabeza el motivo de este viaje, el por qué estoy en ese avión .Entonces decido cerrar los ojos; en mi cabeza empiezo a imaginar mi destino: Roma. Esa ciudad tan bonita y con tantas sorpresas escondidas en sus calles, restaurantes ,iglesias, personas. De repente me despierto, el avión empieza a tocar la pista, aterriza ,se abren las puertas y comienza mi aventura.

Javier Comesaña


Solo pude mirar atrás y ver que todo había acabado

Aleixandre Sureda


Solo cuando pude mirar hacia atras, dijo un rey a un hombre:
-Caminante no hay camino ,se hace camino al andar

David Pérez

"Solo pude mirar hacia atrás, cuando ya no podía mirar hacia delante

JOSÉ JAIME PÉREZ

Solo pude mirar hacia atrás, pues lógicamente los toques de atención recibidos en mi espalda así me lo indicaban; me encontraba en un tren de vuelta al hogar, ya que había estado mucho tiempo lejos de casa: todo empezó por unas fuertes discusiones que sostuvimos mi padre y yo sobre la desordenada vida que, según decía (y a lo largo de estos 3 años yo mismo he comprobado) estaba llevando; al principio no sabía manejarme bien entre las calles de Valencia, pero poco a poco fui pillándole el tranquillo; encontré trabajo pronto, en un puesto como vendedor de golosinas callejero, el hombre que me contrató (Carlos) y yo íbamos todas las tardes a vender al puerto; fue pasando el tiempo y me fui sintiendo culpable por la situación familiar que había provocado, al contarle mi situación a Carlos, con quién había forjado una fuerte relación de amistad, me sugirió que pidiera perdón y volviera a casa, y así me disponía a hacerlo… Al girarme vi a un hombre, sin que pudiera reaccionar me apretó fuertemente contra su pecho, nunca pensé que una sola palabra hubiera podido encauzar mi vida de nuevo...

ALBERTO FERNÁNDEZ BOTELLA

El paraíso Nº 3 .

Solo pude mirar hacia atras y contemplar aquel maravilloso paisaje por ultima vez antes de que detonáran las cargas explosivas .
El barco volador ya habia iniciado el vuelo, aquella zona quedaría expuesta por la radiación durante semanas,así que habian deshabitado la zona, después los sacerdotes de Robamsa se encargarán de explotar hasta la ultima gota y piedra de zufrina, es lo que nos mantiene con vida y nos protege de las fuerzas enemigas del espacio.
Hace 30 años tuvimos que desalojar el planeta Tierra porque hubo una invasión alienígena, los Kranta seres de otra galaxia, inutilizaron nuestras armas y naves con tecnología avanzada que ahora estudiamos.

En nuestro nuevo planeta, Hipuno, paraíso Nº3 nos dedicamos a explotar reservas naturales para conseguir zufrina y atraves de la alquimia conseguir lo que queramos, pero el proceso provoca una radiación que nos afecta genéticamente , ahora estamos ''evolucionando'' para adaptarnos .
Yo solo quiero ir al paraíso Nº 7 y encontrar a mi sobrina .

TOMÁS BISCOTTI

¿Por qué?

Solo pude mirar hacia atrás para comprobar lo que había dado de sí mi vida. Es en lo primero que piensas cuando estás en una situación tan límite como la mía, con la muerte tan cercana. Muy a mi pesar me di cuenta de que mi vida solo había sido un círculo cerrado que tenía como únicos protagonistas unas cuantas copas, unas cuantas mujeres y unos cuantos millones en el banco. No dejaba nada ni nadie. Nada por lo que ser recordado. Nadie que me recuerde. Y ahora he llegado al punto en el que me pregunto: ¿Por qué no me di cuenta antes?¿Por qué?...

ANTONIO LORENZO

Sólo pude mirar atrás. Cuando me quise dar cuenta me encontraba tumbado en una cama. Me incorporé y miré a mi alrededor, noté un fuerte dolor en la frente. Estaba en la habitación de un hospital. Traté de levantarme en el momento en que entraron en la habitación tres médicos: una mujer y dos estudiantes. Al ver los ojos del joven pelirrojo tuve la sensación de que lo conocía de algo. La médica fue la primera en hablar y me hizo una serie de preguntas mientras el estudiante moreno le echaba un vistazo a la herida que tenía en la frente. Supe responder a todas las preguntas que me hizo, menos a la última: ¿sabe que le ha ocurrido? Por mucho que lo intentase no conseguía recordar que había estado haciendo para acabar allí. Tras responder, ambos médicos miraron al estudiante pelirrojo, que me miró a los ojos. Le conocía, estaba completamente seguro.

-¿Sabes quién soy? – me preguntó.

-No, aunque creo que te conozco de algo – contesté.

Ante mi respuesta los dos médicos se volvieron otra vez hacia el joven pelirrojo que me miró y me dijo:

- Has tenido una grave contusión en la cabeza. Soy tu hermano.

ANTONIO MANUEL ABAD

Solo pude mirar hacia atrás, cuando vi como perdía toda mi vida hasta el
momento, me sentía como si me hubieran pegado una paliza, había perdido un
juicio siendo inocente, me enviaron a la cárcel. Cuando pensaba sobre lo ocurrido
pensaba en como por una injusticia puede destrozar la vida de una persona.

Cuando salí a los quince años no sabía lo que hacer, caí en una profunda
depresión, estuve así un tiempo, gracias al apoyo de mis amigos fui devolviéndole
el sentido a la vida.

Años después encontraron al culpable y me dieron una indemnización, el dinero
me sirvió de algo, pero mentalmente me habían destrozado, eso nunca lo pude
volver a recuperar, me repercutió para toda la vida en todos los ámbitos de mi vida.

DANIEL PERIS

Solo pude mirar hacia atrás antes de subir de nuevo a
la ambulancia aquella noche, que hasta ahora era tan
rutinaria como las demás. Llevaba trabajando 2 meses en
aquel hospital y nos acababan de llamar tras producirse un
accidente de una moto en la carretera comarcal. Llegamos
rápidamente y la escena como siempre fue desagradable.
Un chico joven yacía en el suelo junto a su motocicleta;
respondía a pocos estímulos y no acertaba a articular
palabra pues había perdido mucha sangre.

Tenía una herida seria en el muslo por la que salía sangre
a borbotones. Pudimos estabilizarlo tras taponarle la herida
pero debido a la gran hemorragia y a pesar de llevar
guantes la sangre manchó mis manos.

Tiempo después una señora me abordó y me dijo:

-Doctor, gracias por salvar a mi hijo. El pobre ya tiene
bastante con lo de las drogas y lo del SIDA.

- ¿Cómo?, le dije.

Fueron terribles los días hasta que me comunicaron que
mis análisis eran negativos. Como siempre, gajes del
oficio……

Manuel Juarez Gimenez

Death Note

Solo pude mirar atrás al escuchar aquel estremecedor sonido, en aquel preciso instante empecé a recordar mi vida… Me llego a la cabeza el momento en el que mi vida cambio.
Era una noche lluviosa, en un inhóspito bosque, las ramas se movían con mucha violencia, parecía que el mundo quería acabarse, yo me encontraba en medio de este espeluznante suceso cuando encontré esa cabaña de aspecto lúgubre y tenebroso, parecía como si la cabaña me llamara y atrajera de alguna manera extraña, me incito la curiosidad y me adentre. Al entrar se podía observar una escalera que llevaba ala planta superior, justo debajo de las escaleras habían otras que te adentraban a un subterráneo, observe que el ultimo era oscuro y parecía no tener fin y empecé a descender. Al llevar unos 20 minutos bajando sin cesar pensé que no llegaría nunca al final, pero para mi sorpresa divise una tenue luz, efectivamente el camino se detenía en una puerta de color marrón oscurecido con los bordes un poco quemados, empecé a escuchar unos ruidos misteriosos al otro lado, me arme de valor y me dispuse a abrir la puerta, la abrí de un sopetón y para mi alegría o desgracia no había nada, solamente una mesa vieja de madera con una vela encendida , un libro misterioso y una pluma.
Lo que no sabia aquel entonces es que ese libro cambiaria mi vida…

Dario Lorenzo Aguilar

Solo pude mirar hacia atrás en el momento en que vi aquello. Resulta que fui al banco para sacar dinero, había mucha gente haciendo cola y estaba muy cansado del día anterior, por tanto, me dirigí hacia el cajero y al extraer la tarjeta vi las últimas transacciones. Para mi sorpresa leí “mansión del amor”.

No podía asimilar lo que mis ojos veían, yo no era capaz de ir de rameras. Siempre he sido una persona muy humilde, sensata y jamás se me ocurriría hacer algo así.

Me encontraba en una angustiosa situación. Aterrado, decidí ir a preguntarle a mi amigo Chorlas, que así le llamamos, y me dijo que la noche anterior me dejó a las tres de la mañana en la puerta de mi casa medio ebrio. En ese momento se me pasó claramente por la cabeza el hecho de que pudiera haber ocurrido lo indeseado por causa del alcohol.

Me prometí no volver nunca más a tomar nada de alcohol. Al día siguiente, de camino al trabajo, pasé por delante de la tienda en la que estuve, y asombrado, veo un rótulo que pone: ¡Mansión del amor!. Me volqué de felicidad con todo lo ocurrido y del susto que me había dado el cajero del banco.

PD: al fin de semana siguiente volví a beber.

ÁLVARO SUREDA

Solo pude mirar atrás una vez había perdido de vista a mis enemigos, los cuales una vez apresado a mi amigo le degollaron. creían que les habíamos engañado a la hora de compararnos la cocaína , ya que creían que tan solo eran polvos de talco, se equivocaban era cocaína recien traída de Colombia. como iba diciendo después de descansar y tomar algo de aire unos instantes, saque el paquete de tabaco y me encendí uno, el alivio que me produjeron esas caladas es indescriptible, tenia que pensar como vengarme de la injusta muerte de mi compañero. una vez finalizado el pitillo, me dirigí a mi casa, cogí el revolver que me regalo mi padre el día de mi cumpleaños y volví a la escena del crimen. una vez delante de ellos apunte y dispare, en aquel momento ocurrió lo peor, no podía ser cierto mi madre me despertó, tenia que ir al colegio.

MIGUEL PIÑAS

Solo pude mirar hacia atrás antes de que una bala perforara mi espalda y alcanzara mi corazón. Ahora todo se ha acabado. Solo queda mirar hacia atrás y ver como empezó todo.

Aquella tarde necesitaba dinero y sólo tenia que meterme en la guarida del “chungo” y quitarle una bolsa, “la” bolsa, lo que no sabía era que en este caso me jugaba la vida, quién iba a pensar que una bolsa llena de papeles, que me prohibieron leer bajo ningún concepto, iba a causarme tantos problemas, para terminar después conmigo, pero así era, me descubrieron y solo escuché un grito amenazante antes de girarme y sentir el plomo atravesando mi espalda. Después de eso solo sentía que aparecía en otro escenario, un escenario totalmente diferente, y mucho más real que el anterior, con mi pupitre bajo mi frente y una voz familiar que me pedía un microrrelato. ¿Dónde estaba? Estaba de nuevo en clase de lengua. Bueno, al menos es mejor que estar muerto.

O quizás no.

IGNACIO TOBÍAS

Sólo pude mirar hacia atrás antes de que mis piernas decidiesen salir corriendo, sin que yo
pudiese evitarlo. Un estridente grito de dolor acababa de romper el silencio que reinaba en la
hasta entonces agradable noche a la luz de las estrellas sobre el acantilado norteño que tanto
tiempo llevaba en mi lista de viajes pendientes.

No recordaba por dónde había llegado allí, pero a decir verdad, tampoco sabía muy bien
de donde venía el grito. Sólo que fuese lo que fuese, no había sido muy lejos de allí. ¿Y si
huyendo, me estaba acercando al peligro? Sentía verdadero miedo, no sabía qué hacer, y
tampoco a qué me podía enfrentar. Intenté esconderme, pero ¿dónde?

Y entonces, vi desvanecerse todo a mi alrededor. Noté como abría los ojos, ¡todo había sido un
mal sueño de media noche!

Era mi primera noche de acampada, en aquel acantilado que por fin conseguía visitar, y no me
terminaba de acostumbrar a dormir sobre el suelo. Me di la vuelta e intenté volver a conciliar
el sueño, cuando de repente di un bote y salí corriendo sin poder hacer nada. La causa: un
ensordecedor grito irritante a no muchos metros de donde me encontraba…

Fernando Compañ Marcos

ELLA
Solo pude mirar atrás, mientras veía como se alejaba aquella chica misteriosa que me había
hecho sentir tanto en tan poco tiempo.
Todo ocurrió una noche de marzo. Iba caminado por la calle, sin rumbo fijo, cuando apareció
ELLA, una chica de largo cabello dorado y ojos de deslumbrante brillo marino. Mi mirada no
tardo en cruzarse con la suya, todo mi cuerpo gritaba, ansiaba por conocerla, ansiaba tener
esa magia que me había llevado a la locura. Entonces ocurrió lo menos esperado, unas escasas
palabras salieron de su dulce boca provocando en mi un frenesí de sentimientos que no podía
controlar, no acertaba a lo que decir ni a lo que hacer, solo podía mirarla a los ojos y pensar en
que estaba delante mía la chica de mis sueños.

Sin previo aviso le dirigí un saludo con un hilo de voz susurrante. Ella se percato del efecto
que había tenido sobre mi sus dulces palabras, entonces paso por mi lado dándome un papel
rosado, inmediatamente desapareció entre la multitud callejera.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Víctor Esteve Tavares

Solo pude mirar hacia atrás porque de repente vinieron unos policías y me detuvieron.

Me llevaron a la comisaría y me culparon de un asesinato.

Allí me encontraba yo, pudriéndome en la cárcel y sin haber hecho nada. Sólo sé que mi mujer me dejó porque creía que yo asesiné a aquella persona inocente.

No pude soportarlo y empecé a gritar y a actuar como un loco. Todo el mundo creía que yo había perdido la razón. Entonces el juez me mandó al manicomio.

Pero la estancia allí no me mejoró nada, solo me dejó más loco.

Cuando por fin salí a la calle sentí que mi vida no valía nada.

Fui en busca de mi antigua casa. Cuando entré en ella las cosas de mi mujer ya no estaban porque me había dejado. Mi vida estaba vacía sin ella.

Todo esto no hubiera pasado si no me hubieran culpado a mí de ese asesinato.

De repente cambió mi vida, pero entonces…


Pau Sansó Gil

Solo pude mirar hacia atrás al oír el grito de la anciana a la que acababan de robar el bolso. Llamé a la policía y atraparon al ladrón. En el juicio dijo que me iba a matar y ahí fue cuando me asusté.

Cuando fui a mi casa se lo conté a mi madre, y ésta, a su vez, se lo dijo a mi padre.

Mi padre me compró un revolver C-56 para que me defendiese.

Vi al ladrón y presa del pánico le disparé en la chaqueta. En ese instante me di cuenta que por culpa del ladrón y de la abuela me había convertido en un asesino.

A partir de ahí mi vida cambió. Un día me dijeron que tenía que matar a un amigo y lo hice.

Fue entonces cuando escuché a mi madre que me decía que dejase el juego y fuese a cenar.


Moisés Rodríguez Fortea

Solo pude mirar hacia atrás cuando oí un rugido de motor, y en ese momento vi aquel jeep avanzando a toda velocidad hacia mí.

Desenfundé mi ametralladora, pero era demasiado tarde y fui arrollado, acabando inconsciente al lado de ese muro derruido al principio de la guerra.

Cuando logré despertar estaba malherido en el suelo entre algunos cadáveres de aliados míos. Poco a poco me fui levantando y recuperando la consciencia. Vi algunas personas rebuscando entre los cadáveres y grité:

-¡Eeeeeeeeeeeeeeh! ¡Estoy aquí!

Entonces se percataron de mi presencia y fueron a ayudarme. Me recogieron y me llevaron a un hospital. Parecía antiguo, con las paredes desgastadas y lleno de escalofriantes y estremecedores gritos en algún idioma extraño. Me quedé ahí tumbado con un montón de vendas.

A la mañana siguiente me desperté con los primeros rayos de sol. Tras unos instantes pensativo, recogí mis armas y mi ligero equipaje. Iba a salir pero vi un guardia que me apuntó y disparó a bocajarro cayendo de rodillas al suelo.

A los pocos instantes me desperté en una habitación alegre y llena de color. Entonces me di cuenta de que todo aquello había sido un sueño del que me acababa de despertar.


Marco Guillén Pastor

Solo pude mirar hacia atrás cuando se cerró la puerta de piedra.

Hacía dos horas que habíamos llegado al castillo de Santa Bárbara y en la segunda puerta encontramos una piedra suelta. Sin pensarlo la metí para adentro y se cayeron un par de piedras más.

De repente, se abrió una puerta. Mi primo Carlitos y yo entramos. Vimos, por lo menos, unas trece armaduras por cada lado. Luego seguimos andando y vimos otra puerta más grande y moderna que la primera. Queríamos saber de qué época era y le quitamos el polvo. Tenía grabada esta frase: “¡El que entre nunca saldrá!”

Yo dije de irnos, pero mi primo insistió mucho. Insistió tanto que cedí. Cogí un palo para hacer palanca; la puerta cedió y entramos. Estaba lleno de calaveras con armaduras, pero en la pared había un arqueólogo con una flecha clavada en el corazón.

Vimos que tenía una libreta pequeña en la mano en cuya primera página estaba escrito: “Entré el 21/4/11”…


José Luis Marchante Albert

Solo pude mirar hacia atrás, o mejor dicho al pasado, donde tuve mi olvidada pero divertida infancia. Donde si comías plastilina, te manchabas o metías los dedos en el enchufe no pasaba nada. Solo escuchabas un ruidoso bla, bla, bla, bla, bla de tu madre mientras tú mirabas desconcertado a otro lado.

Después llegaría la Primaria en cuyos primeros cursos también hacías lo que querías. Luego llegarían cuarto, quinto y sexto aprendiendo a multiplicar, a dividir,…y muchas más cosas que ahí parecían difíciles y ahora las hacemos con los ojos cerrados.

Llegó la ESO donde pensabas que iba a ser un infierno y después tampoco era tanto.

Aaaaaaaaaah, mi querido Bachiller, eligiendo ciencias o letras y preparándote para la selectividad. Aprobado raspado, pero aprobado.

Después de la carrera querías hacerte ya mayor para, por fin, hacer lo que quisieras sin tener a tus padres dándote órdenes por detrás. Querida infancia, “nunca me dejes que me haga mayor”.


Jesús Ros Gracia

Solo pude mirar hacia atrás cuando me despedía del fútbol. Dejaba atrás todas mis ilusiones de seguir adelante con mi proyecto futbolístico. Mi lesión me impedía jugar la liga, la copa e incluso la champions. Aún así, después de mi lesión seguí entrenando a equipos de primera y segunda división.

Llegué a ganar una liga, dos champions, una copa del rey y, lo más importante, fue el mundial que gané como seleccionador de España. Esos años como seleccionador fueron fantásticos para mis inquietudes y para recibir el cariño de la afición.

Después de retirarme como entrenador me quedé de ojeador del Elche hasta que decidí colgar las botas definitivamente.

Ahora he empezado a disfrutar de los nervios de los partidos en casa sin poder dirigir ni ordenar a los jugadores.

Pero de verdad he empezado a disfrutar de mi familia sin preocuparme del fútbol.


Javier Ladriñán Plaza

Sólo pude mirar hacia atrás antes que comenzara la gran batalla entre nosotros, cinco mil británicos dispuestos a dar la vida por su patria, y los francos, la potencia militar de aquel entonces, que eran casi siete mil.

Estábamos deseando comenzar la batalla, pero a la vez había miedo en nuestros cuerpos. El rival contaba con catapultas, arqueros, soldados,… La muerte nos estaba mirando a los ojos y nosotros teníamos que luchar contra ella.

Dieron la señal. Nuestra furia contenida nos lanzó a por ellos con toda nuestra alma, pero sus catapultas arrasaban todo a su paso. Aún así, los arqueros armaron sus flechas incendiarias y atacaron las catapultas dejándolas inservibles.

La sangre corría por el campo de batalla pero sabía que podíamos ganar. Los francos estaban extenuados y un gran número de ellos, muertos. Habíamos ganado.

La tensión desapareció al terminar la batalla. Y el miedo se transformó en esperanza; la que teníamos de volver a nuestros hogares. Pero sabíamos que aquella felicidad duraría poco, porque el enemigo volvería a por nosotros.

Aún así, estaba tranquilo. Les estaríamos esperando.


Eduardo Alarcón Torres

Solo pude mirar hacia atrás para asegurarme que no había dejado rastro del crimen.

Al día siguiente salía el avión hacia Los Ángeles. Tenía que huir de aquí. Lejos, muy lejos. A partir de hoy aparentaría ser lo más normal posible. Era fundamental tratar de pasar inadvertido.

Durante los primeros meses todo iba bien. Encontré una casa y un trabajo, pero al año siguiente vi la noticia de que se estaba investigando el asesinato y yo figuraba entre los cinco sospechosos.

Me sentía vigilado. No sé por qué pero me daba la sensación de que alguien me seguía. Me arrepentí de lo que había hecho pero ya no había vuelta atrás. Así que tuve que escaparme a Moscú.

Tenía razón; me vigilaban. En Moscú un grupo de policías me detuvieron y fui arrestado.

Ahora sé que iré a la cárcel y allí pasaré el resto de mi vida, pero con el “honor” de haber sido el hombre que mató a la reina de Inglaterra.


Ricardo González Torres

Solo pude mirar hacia atrás para recordar a la chica de mis sueños. Era perfecta, atractiva y simpática. Lo que me gustaba a mí de una chica.

En realidad Sara no me conocía. Para ella era un desconocido. En cambio, yo la conocía desde el principio del colegio.

Un día coincidimos en clases extraescolares. Ese día hubiera preferido que no existiera… Sara se dio cuenta de que yo era un buen chico. Empezamos a salir, primer beso,…

Pero cuando ya éramos novios, un día que íbamos en moto, de repente ocurrió…tuvimos un fatídico accidente.

Yo salgo malparado con una pierna rota y tres costillas fracturadas, pero ella se lleva la peor parte, murió en el acto.

Yo, Óscar, tengo que ir tres meses al psiquiatra para olvidarme de ella, pero hoy con sesenta y cinco años todavía la recuerdo como si fuera ayer y me gustaría encontrarme de nuevo con ella…


Rafael Ramírez Cuevas

Solo pude mirar hacia atrás cuando vi que me perseguían. Comencé a correr velozmente por temor a lo sucedido por las calles de la ciudad. Finalmente, muy cansado me refugié en un parque cercano entre arbustos y matorrales.

Cuando pensé que todo había pasado y salí de mi escondite, numerosos coches de policía rodearon el parque. Yo les conté lo sucedido, pero nadie me escuchó; me esposaron y me escoltaron hasta la cárcel.

Fui condenado a cinco años de cárcel y aún no me explicaba como sucedió todo. Tras ocho meses de injusticia, se repitió un hecho muy similar al que me trajo hasta aquí: Ambos cadáveres tenían una ficha de póker dentro del zapato derecho.

Por fin la policía decidió escuchar mi versión de los hechos y se dio cuenta de mi inocencia. Pero mi sorpresa no terminó ahí. El culpable de ambos crímenes era un ser muy cercano a mí.


Pablo Quirante Dueñas

Solo pude mirar hacia atrás para recordar todos los momentos de mi vida que he pasado con mi abuela. Jamás me olvidaré de ella porque ya se ha ido, ya no está conmigo.

Me acuerdo de los momentos cuando ella me hacía la merienda, me cuidaba, me ayudaba cuando lo necesitaba, me curaba cuando me hacía daño, venía mi casa cuando mi madre no estaba y lo mucho que la quería.

Ella para mí es todo un ejemplo a seguir, una fuente de motivación para los momentos más difíciles y una alegría cuando iba a visitarla al pueblo todos los fines de semana. Los dos éramos tan parecidos que cuando a ella le pasaba algo malo yo también me ponía triste.

Pero desde hoy todo ha cambiado. Ella estará feliz y yo triste recordando todos estos momentos porque sé que no se volverán a repetir.


Marcelino Escolano Rocamora

Solo pude mirar hacia atrás porque aquella pena me perseguía desde que yo maté a mi hermano por celos.

Corría el año 1469, el Rey de Castilla Enrique IV, hermano de Isabel La Católica, gobernaba con mano firme sobre su reino.

En una familia de campesinos que trabajaban las tierras de un noble ,nacimos mi hermano y yo. Éramos gemelos aunque él 6 minutos más mayor. Él era más fuerte y más valiente que yo. Cuando cumplimos los 18 años, cada uno siguió su camino, él se hizo caballero y yo monje.

A los 2 años de entrar en el convento sentí que ese no era mi sitio y me salí. Al año de salirme del convento conocí a una chica, tuve el presentimiento que era perfecta para mí pero estaba comprometida con un noble caballero. El caballero resultó ser mi hermano.

A los 2 días de haberse casado asesiné a mi hermano y viví el resto de mi vida con ella. Ella creía que yo era mi hermano.


Manuel Pedrajas Prats

Solo pude mirar hacia atrás cuando veía mi vida pasar en instantes.

Aquellos días de primavera con la familia me sentía feliz, ahora me siento solo en un hospital al borde de la muerte. Todavía recuerdo esas comidas con mis nietos aquellos días jugando en el parque ahora me doy cuenta que aquella fue la última vez de la que pude disfrutar de los míos.

Ahora en mi familia ya no importo. Hace ya 2 años que me dejaron solo en una gasolinera. Me siento solo al saber que solo me quedan los recuerdos del pasado, ahora me pregunto qué hice mal, qué pasó para que me abandonaran como un perro.


José Antonio Sánchez Rico

Solo pude mirar hacia atrás porque estaba muy asustado, él estaba detrás de mí, mirándome con una mirada tan fría que podría congelar al sol, y con unos ojos tan oscuros, que te daban una sensación de peligro.

¡No pude aguantar más! Salí corriendo en un instante y, como era de esperar, él me siguió por todas partes. Yo, como era muy asustadizo, me puse a gritar como un loco para que alguien pudiera oírme, pero cuanto más gritaba, él parecía que corría más.

Lo peor de todo es que yo no era muy atleta, tenía la vista cada vez más borrosa y las piernas no daban abasto. Intenté esconderme, no era un buen sitio, pero podría descansar un rato, o eso creía yo.

Al final se me ocurrió una idea, buscar testigos, aunque corriendo… iba a ser difícil, busque en: parques, bares… pero fue inútil ¿Es qué no había nada ni nadie?

Desgraciadamente, era torpe, caí y cuando ya no había nada que hacer….

- Fernando, despierta, ¡llegarás tarde al colegio!

- Un sueño, con lo verdadero que parecía- Suspiraba a la vez que se alegraba.


Antonio García-Chamón Boronat

Solo pude mirar hacia atrás cuando oí el claxon del coche pero ya era demasiado tarde.

Íbamos mi amigo Paco y yo por la acera jugando con la pelota después del partido que acabábamos de jugar. Parece mentira que aún tuviéramos ganas de jugar con la goleada que nos habían metido y con lo cansados que estábamos tras jugar ocho en lugar de once. Nos aproximamos al semáforo y en ese momento la pelota se le escapó a Paco y se fue a la calle. Paco, sin fijarse en los coches que circulaban corrió hacia la pelota y se produjo el atropello. Paco fue lanzado diez metros del lugar del impacto y en seguida se formó un tumulto de gente que querían ayudarle. Alguien dijo que era médico y no paraba de decir que no lo movieran. Llamaron a una ambulancia y antes de que llegara me acerqué a consolar a Paco que no paraba de quejarse del dolor.

Lo peor fue llamar a su familia para avisarle que Paco había sido atropellado y que estaba en el Hospital. Sus padres fueron corriendo a Urgencias donde le informaron que Paco estaba en el quirófano porque había que operarle ya que tenía una fractura grave en la tibia.

A partir de entonces ya no pude jugar a la pelota.


Noel Diez Pérez

Solo pude mirar hacia atrás al oír el estruendo de una pistola al ser disparada y, al notar el frio acero introducirse por mi gemelo. Después vino el insufrible dolor. Caí produciendo un ruido sordo.

Cuando me levanté me di cuenta que la pierna me sangraba. Me arranqué una manga de la camisa con la que me hice un torniquete para detener la hemorragia. Una vez hecho el torniquete, empecé a saltar a la pata coja en busca de un lugar seguro, pero ante el potente silbido que produce una bomba al caer use, instintivamente, mi pierna sana para caer tras una de las muchas barricadas improvisadas que había por las calles, pero para mi desgracia caí apoyando todo el peso de mi cuerpo sobre mi pierna herida, lo cual no solo me provocó un extremo dolor sino también mi desmayo.

Cuando me desperté todavía se oían disparos en la lejanía, lo que de verdad me alegró fue darme cuenta de que las bombas habían dejado de caer.

Y entonces no hizo falta mirar atrás para saber que Madrid había sido destruida.


Julio de Teresa Corona

Solo pude mirar hacia atrás cuando dejé de ver mi sombra, alguien me la había robado, ¿quién habría sido? Si siempre ha estado conmigo ¿cómo podía desaparecer ahora así tan de repente?

En todos estos años nunca la había echado de menos y ahora me parecía una tremenda pérdida. La sensación de soledad me invadía por completo. Estaba confuso, no sabía qué pensar, podría haber sido un amigo mío o alguien para fastidiar o incluso algún profesor… ¿el profesor de Lengua?

Estos dos últimos meses me había estado evitando, aunque a decir verdad; también había notado al profesor de mates un poco raro. Cada vez que le comentaba algo se ponía nervioso y me dirigía una sonrisa extraña, luego añadía: “Julio, es una verdadera pena”.

Aún no tenía ni idea de quién era, pero todavía no había pensado en mis compañeros. Podría ser cualquiera, como Alfonso que siempre está gastando bromas a la gente. No sería raro que se tratara de alguna de las suyas,… Todavía no podía acusar a nadie de algo tan grave.

De repente empecé a notar una sensación rara en mi brazo derecho, ¡no me lo podía creer! Era mi madre despertándome de una horrible pesadilla. Menos mal, no me podía imaginar mi vida sin ella.


Juan Luis Clemente de Scals

Solo pude mirar hacia atrás…

Era un día normal: me desperté como todos los días, me duché, desayuné, etc.; pero cuando fui a entrar en mi coche vi una carta que decía:

11-10-12

“Ya sé cómo han matado a tu padre. Si quieres saberlo ven a la plaza de Los Luceros y verás a un hombre sentado en la fuente con un sombrero y leyendo un periódico”

Anónimo

Aquello me llamó la atención y fui. Aquel hombre me contó que lo habían matado unos asesinos contratados por el jefe de la empresa rival.

Fui a visitarlo y me dijo que él no sabía nada y que le dejara tranquilo.

Yo empecé a sospechar e investigando encontré que más de una vez lo habían acusado de contratar asesinos para matar a gente, pero nunca tenían suficientes pruebas para culparle, por lo que siempre quedaba libre.

Como yo tampoco tenía suficientes pruebas para acusarle, no tuve más remedio que mirar hacia atrás e ir a visitarle y matarlo yo mismo.

Por eso estoy en este juicio, porque solo pude mirar hacia atrás y vengarme de lo que le habían hecho a mi padre.


Javier Barcala Ramón-Borja

Solo pude mirar hacia atrás. La lluvia caía con fuerza, pero era lo que menos importaba. Estaba demasiado ocupado pensando en cómo escapar de aquellos macarras que, vete tú a saber lo que me harían si me pillaban.

Oí el retumbar de sus pasos detrás de mí, y a su jefe gritando: “¡cogedle, que no escape!” Doblé una esquina resbalando por el agua, cuando me di cuenta que me hbía metido en un callejón sin salida. Intenté volver atrás pero me encontré cara a cara con uno de los tíos más enormes de la banda y, por suerte, uno de los más torpes.

Cuando aquel armario con patas se lanzó a por mí, resbaló y cayó, dándome el tiempo justo para salir corriendo. Acto seguido, me dirigí calle arriba pues sabía que allí había una comisaría. Estaba empapado, pero seguí corriendo. Quedaban tan solo un par de calles para llegar, cuando oí el rugido de varias motos. “Estoy perdido”, pensé. Y eché a correr a la desesperada. En ese momento, tropecé.

Lo último que recuerdo son dos brillantes luces acercándose hacia mí. Me desperté, tenía la cabeza vendada y a mi madre al lado. “No volveré a meterme en líos”, me dije.


Iván Rubio Ballega

Solo pude mirar hacia atrás y ver como la gran masa de ese gas tóxico que iba dejando a su paso inconsciente a la tripulación me seguía.

No podía parar correr.

De pronto algo me golpeó en la pierna y caía al suelo. Solo tenía una oportunidad para poder salir de aquellos pasillos tan estrechos con vida. Intenté subir las escaleras húmedas y resbaladizas; sentía un fuerte dolor en la pierna que me impedía correr y casi andar. Al ver que esa oportunidad de sobrevivir se me alejaba pensé en tirar la toalla y quedarme allí encerrado, pero una extraña sensación me recorrió todo el cuerpo.

La adrenalina me dio la fuerza suficiente, al menos, para llegar a la enfermería e intentar curarme ese dolor tan intenso y doloroso. Lo único que se me ocurrió fue apretarme con algunas vendas en la parte donde me dolía. Ahora podía andar un poco mejor, pero la enfermería se estaba llenando de ese gas que recorría los conductos de ventilación. Cogí un extintor y golpeé con fuerza la puerta para subir a cubierta. Conseguí abrirla, pero al abrirla un sol resplandeciente me cegó y caí.

Cerré los ojos y…