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lunes, 18 de mayo de 2015

LA CRIATURA DEL ORFANATO

Abrí el libro por la página marcada. Se dejaban entrever a través del polvo

numerosos dibujos a lápiz que compartían un personaje en común: un ser

bajo y delgado, con abundantes cicatrices en el torso y una peculiaridad, la

ausencia de ojos. Era plena noche, y el silencio reinaba en aquel orfanato

abandonado. De repente, un intenso olor a azufre inundó la habitación.

Entonces le vi, delante de mí, sonriendo. Un escalofrío recorrió todo mi

cuerpo, y caí desmayado. Cuando recobré el conocimiento, escuché una

voz lejana: -¡Fran, que se hace tarde! ¡Ponte el uniforme! Nunca pensé

que me alegraría tanto despertarme temprano, y menos aún para ir al

colegio.

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