Abrí el libro por la página marcada, sutilmente dejé el separador en la cómoda.
Había leído ya unos párrafos cuando escuché un golpe en el salón, se repitió el
mismo sonido, tan insoportable que a pesar de tratar de hacer oídos sordos tuve
que levantarme, con la intención de averiguar su procedencia.
Me puse de pie, la puerta entornada, el destellar de las velas se percibía, algo,
apagó las velas, me empujaron, fui a caer contra la esquina de la cómoda, desde
entonces espero al culpable en mi sillón, mi morgue.
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