Abrí el libro por la página marcada, dispuesto a leer de
una maldita vez por todas el último capítulo de aquel
libro que el profesor de filosofía nos había “recetado”
para “curar” nuestra falta de abstracción. Pero, antes de
comenzar con la primera línea, un fuerte destello entró
por la ventana de mi habitación. Rápidamente me dirigí a
ella para bajar las persianas cuando el suelo tembló bajo
mis pies. Noté cómo mi casa se desgajaba de los edificios
a ambos lados y mientras tanto, yo, inmóvil y
atemorizado, me quedaba pegado al suelo debido a la
gran fuerza con que me atraía la Tierra mientras con mi
casa la abandonaba. Cuando me desperté tenía calor y
estaba mareado, recordé lo que me había sucedido y me
asomé a la ventana. Fuera nada era como lo recordaba
hasta ahora, una frondosa jungla con árboles centenarios
se alzaba en frente de mi ventana. Decidí que no podía
quedarme allí para siempre así que salí de casa dispuesto
a explorar aquel nuevo entorno, abandonando la que
había sido mi casa y preguntándome constantemente qué
sería de mí en aquella jungla a la que había llegado
todavía sin saber cómo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario