Solo pude mirar hacia atrás, cuando a lo lejos conseguí verla, ¡era ella!, intente hacerle todo tipo de señas y grité con todas mis fuerzas por la ventanilla del coche, pero no conseguí que me escuchara. Ese día fue el último que la pude ver y hasta hoy vivo con el remordimiento de no haber podido despedirme de ella.
En este preciso instante hacen 5 años desde el día de mi mudanza, y la estoy viendo exactamente igual de lejos que aquel día, la única gran diferencia es que ahora no miro hacia atrás sino, hacia adelante.
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