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lunes, 13 de junio de 2011

ÁLVARO MARTÍNEZ

Solo pude mirar hacia atrás cuando vi su cara, estaba seguro, era él, era Don Diego.¿Que haría? Es el delincuente más buscado por el FBI y nunca encontrado, y tengo que llegar yo, un viejo policía alicantino al que expulsaron del cuerpo por estropear todas las misiones y encontrarmelo ahí tirado de vacaciones en las playas del caribe con toda parsimonia como si estuviera esperando a toda la marina estadounidense. Voy a arrestarlo, me dije seguro que con la recompensa americana por entregarlo no iba a morir de hambre, y fui a ponerle las esposas, cuando caí en el gran fallo de entablar una conversación con él, consiguió tocarme la fibra sensible ofreciendome trabajo, porque conocía que lo único que me movía era el dinero, y me ofreció trabajo, negociándolo dijo que en España y me dio un consejo, las leyes estan para saltarselas, me dijo, y yo le dí otro a el, no existe mejor sitio para delinquir como España, el me dijo: como es esto? entonces yo le explique la ETA, los robos y atracos, la corrupción en la política, y allí me cortó diciendome: no se hable más, te vienes conmigo a España a trabajar en la política y a partir de ahora me llamaras Jóse Luis Rodríguez, el segundo ya se verá.

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