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lunes, 13 de junio de 2011

GONZALO BERNAT

El secuestro

Solo pude mirar hacia atrás y ver aquella furgoneta negra de cristales tintados aparcada junto a mi casa que tanto me había llamado la atención en estas dos últimas semanas, antes de que me taparan el rostro y me desvaneciera. A la mañana siguiente me despertó un rayo de luz que se colaba entre los barrotes que protegían aquel lugar en la me encontraba. Mi avivada curiosidad me incito a investigar aquel lugar remoto .Llegue a la conclusión de que me encontraba atrapado en una pequeña habitación. Con el paso de los minutos mis nervios se iban acrecentando y decidí a toda costa escapar de allí. La única puerta se encontraba cerrada por un candado que impedía el paso. Ayudado por un pequeño trozo de alambre intente forzar la cerradura, al cabo de varios intentos la puerta se abrió. Aquella fue la sensación más rara de mi vida, me sentía libre pero también indefenso. De pronto escuché unos pasos, que se acercaban hacia el cuarto. Y en ese mismo momento decidí hacer la cosa más prudente, volverme a meter en la habitación cerrar el candado y esperar el momento perfecto para volverla abrir y escapar.

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