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miércoles, 11 de mayo de 2011

Alejandro Cózar Bonmatí

Solo pude mirar hacia atrás un instante cuando venían a por mí y yo corría y corría y gritaba, pero al final… La dentista me cogió y me puso la anestesia.

Ese pinchazo lo recordaré toda mi vida. Fue bestial pero, poco a poco, muy lentamente me quedé dormido y cuando desperté tenía la boca llena de alambres y hierros. Fue horroroso.

Durante aquellos días no podía comer y se me plagó la boca de llagas. Fue una semana de sufrimiento y de burlas de mis compañeros.

Siempre la recordaré.

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