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miércoles, 11 de mayo de 2011

Moisés Rodríguez Fortea

Solo pude mirar hacia atrás cuando oí un rugido de motor, y en ese momento vi aquel jeep avanzando a toda velocidad hacia mí.

Desenfundé mi ametralladora, pero era demasiado tarde y fui arrollado, acabando inconsciente al lado de ese muro derruido al principio de la guerra.

Cuando logré despertar estaba malherido en el suelo entre algunos cadáveres de aliados míos. Poco a poco me fui levantando y recuperando la consciencia. Vi algunas personas rebuscando entre los cadáveres y grité:

-¡Eeeeeeeeeeeeeeh! ¡Estoy aquí!

Entonces se percataron de mi presencia y fueron a ayudarme. Me recogieron y me llevaron a un hospital. Parecía antiguo, con las paredes desgastadas y lleno de escalofriantes y estremecedores gritos en algún idioma extraño. Me quedé ahí tumbado con un montón de vendas.

A la mañana siguiente me desperté con los primeros rayos de sol. Tras unos instantes pensativo, recogí mis armas y mi ligero equipaje. Iba a salir pero vi un guardia que me apuntó y disparó a bocajarro cayendo de rodillas al suelo.

A los pocos instantes me desperté en una habitación alegre y llena de color. Entonces me di cuenta de que todo aquello había sido un sueño del que me acababa de despertar.


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