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miércoles, 11 de mayo de 2011

Noel Diez Pérez

Solo pude mirar hacia atrás al oír el estruendo de una pistola al ser disparada y, al notar el frio acero introducirse por mi gemelo. Después vino el insufrible dolor. Caí produciendo un ruido sordo.

Cuando me levanté me di cuenta que la pierna me sangraba. Me arranqué una manga de la camisa con la que me hice un torniquete para detener la hemorragia. Una vez hecho el torniquete, empecé a saltar a la pata coja en busca de un lugar seguro, pero ante el potente silbido que produce una bomba al caer use, instintivamente, mi pierna sana para caer tras una de las muchas barricadas improvisadas que había por las calles, pero para mi desgracia caí apoyando todo el peso de mi cuerpo sobre mi pierna herida, lo cual no solo me provocó un extremo dolor sino también mi desmayo.

Cuando me desperté todavía se oían disparos en la lejanía, lo que de verdad me alegró fue darme cuenta de que las bombas habían dejado de caer.

Y entonces no hizo falta mirar atrás para saber que Madrid había sido destruida.


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