Sólo pude mirar hacia atrás por el retrovisor, mientras pisaba el acelerador camino a la capital. Los terroristas llegaban a Vizaguina entre risas, signos de victoria y disparos al aire.
A las víctimas sólo nos quedaba la dignidad, el recuerdo y las lágrimas. Ellos, “los malos”, habían ganado. Tantos años de sufrimiento y resistencia se perderían en la memoria de un país cada vez más pobre en todo, y de unos ciudadanos cada vez más “pasotas”.
Miré al horizonte, respiré profundamente y decidí no darme por vencido, en la capital encontraría a gente que pensara como yo, y juntos empezaríamos una nueva resistencia.
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domingo, 15 de mayo de 2011
Luis Moreno
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