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domingo, 15 de mayo de 2011

ANTONIO LORENZO

Sólo pude mirar atrás. Cuando me quise dar cuenta me encontraba tumbado en una cama. Me incorporé y miré a mi alrededor, noté un fuerte dolor en la frente. Estaba en la habitación de un hospital. Traté de levantarme en el momento en que entraron en la habitación tres médicos: una mujer y dos estudiantes. Al ver los ojos del joven pelirrojo tuve la sensación de que lo conocía de algo. La médica fue la primera en hablar y me hizo una serie de preguntas mientras el estudiante moreno le echaba un vistazo a la herida que tenía en la frente. Supe responder a todas las preguntas que me hizo, menos a la última: ¿sabe que le ha ocurrido? Por mucho que lo intentase no conseguía recordar que había estado haciendo para acabar allí. Tras responder, ambos médicos miraron al estudiante pelirrojo, que me miró a los ojos. Le conocía, estaba completamente seguro.

-¿Sabes quién soy? – me preguntó.

-No, aunque creo que te conozco de algo – contesté.

Ante mi respuesta los dos médicos se volvieron otra vez hacia el joven pelirrojo que me miró y me dijo:

- Has tenido una grave contusión en la cabeza. Soy tu hermano.

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