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lunes, 9 de mayo de 2011

Fernando Ferrández González

"Sólo pude mirar hacia atrás cuando me sentí totalmente desholado. Mi mirada seguía la estela que se había postrado ante mí en aquel paraje infernal en el que me encontraba. Perdido, hundido ante las palabras que me acechaban por doquier, me sentí sólo, ahogado, sin poder expresarme. Mi mente trabajaba a la velocidad de la luz, pero mi cuerpo y mi propia voluntad no respondían ante la situación. Me impedían mi progreso. La estela seguía rondando a mi alrededor. Con el corazón encogido y tembloroso el pulso, reorganicé mi mente, un fuerte golpe sobre la mesa resonó como cual rayo se desploma en la noche oscura y silenciosa. La estela, brillante en la oscuridad, retrocedió, abandonó su anterior posición y reculó, temiendo su desintegración ante el auge de las ideas, las cuales volvían a surgir y avanzaban, de forma poderosa y amenazante, para su integridad y seguridad. En aquel momento entendí que, efectivamente, vivir es pensar dos veces."

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