Solo pude mirar hacia atrás antes de subir de nuevo a
la ambulancia aquella noche, que hasta ahora era tan
rutinaria como las demás. Llevaba trabajando 2 meses en
aquel hospital y nos acababan de llamar tras producirse un
accidente de una moto en la carretera comarcal. Llegamos
rápidamente y la escena como siempre fue desagradable.
Un chico joven yacía en el suelo junto a su motocicleta;
respondía a pocos estímulos y no acertaba a articular
palabra pues había perdido mucha sangre.
Tenía una herida seria en el muslo por la que salía sangre
a borbotones. Pudimos estabilizarlo tras taponarle la herida
pero debido a la gran hemorragia y a pesar de llevar
guantes la sangre manchó mis manos.
Tiempo después una señora me abordó y me dijo:
-Doctor, gracias por salvar a mi hijo. El pobre ya tiene
bastante con lo de las drogas y lo del SIDA.
- ¿Cómo?, le dije.
Fueron terribles los días hasta que me comunicaron que
mis análisis eran negativos. Como siempre, gajes del
oficio……
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