Etiquetas

miércoles, 11 de mayo de 2011

Eduardo Alarcón Torres

Solo pude mirar hacia atrás para asegurarme que no había dejado rastro del crimen.

Al día siguiente salía el avión hacia Los Ángeles. Tenía que huir de aquí. Lejos, muy lejos. A partir de hoy aparentaría ser lo más normal posible. Era fundamental tratar de pasar inadvertido.

Durante los primeros meses todo iba bien. Encontré una casa y un trabajo, pero al año siguiente vi la noticia de que se estaba investigando el asesinato y yo figuraba entre los cinco sospechosos.

Me sentía vigilado. No sé por qué pero me daba la sensación de que alguien me seguía. Me arrepentí de lo que había hecho pero ya no había vuelta atrás. Así que tuve que escaparme a Moscú.

Tenía razón; me vigilaban. En Moscú un grupo de policías me detuvieron y fui arrestado.

Ahora sé que iré a la cárcel y allí pasaré el resto de mi vida, pero con el “honor” de haber sido el hombre que mató a la reina de Inglaterra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario