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miércoles, 11 de mayo de 2011

Marco Guillén Pastor

Solo pude mirar hacia atrás cuando se cerró la puerta de piedra.

Hacía dos horas que habíamos llegado al castillo de Santa Bárbara y en la segunda puerta encontramos una piedra suelta. Sin pensarlo la metí para adentro y se cayeron un par de piedras más.

De repente, se abrió una puerta. Mi primo Carlitos y yo entramos. Vimos, por lo menos, unas trece armaduras por cada lado. Luego seguimos andando y vimos otra puerta más grande y moderna que la primera. Queríamos saber de qué época era y le quitamos el polvo. Tenía grabada esta frase: “¡El que entre nunca saldrá!”

Yo dije de irnos, pero mi primo insistió mucho. Insistió tanto que cedí. Cogí un palo para hacer palanca; la puerta cedió y entramos. Estaba lleno de calaveras con armaduras, pero en la pared había un arqueólogo con una flecha clavada en el corazón.

Vimos que tenía una libreta pequeña en la mano en cuya primera página estaba escrito: “Entré el 21/4/11”…


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